Oh castaño centenario, testigo de rudos vientos,
Paraguas de enamorados, bajo luz de los luceros,
En medio de los ramajes, también se oyeron lamentos,
Eran graznidos de búhos, que reclamaban silencio
Aves sagaces y nobles, marcando entorno y silencio,
Volando cual mariposa, con alas de terciopelo,
Y tu castaño con sombra, fuiste siempre el gran aliento,
Del que se acercaba a ti, a contempla tu portento,
También para respirar, de entre ramas aire fresco,
Y de tu olor el perfume, cual aroma de embeleso,
Secretos entre las hojas, las tuyas, castaño viejo,
Llega el otoño y se doran, mas aun, siguen viviendo,
Un alarde de hermosura, y pureza bajo el cielo,
Encantada esta la rosa, con su sombra y manto bello,
Vaivén que hacen delicias, en perenne movimiento
Aunque serena la noche, y mañanas como espejos.
Oh castaño de ternura, testigo de intensos hielos,
De primaveras sin flor, y de caballos sin frenos
Tu viejo muy centenario, detesta el fenecer
Tu debes seguir viviendo, junto a la rosa y clavel,
A ser paraguas que abrigue, a la doncella y doncel
Que gocen de sus amores, de noche, y al amanecer
Da cobijo al viejo lobo, y al deprimido corcel
Este ya sin herraduras, aquel sin poder comer,
Castaño tu eres ejemplo, de ojos grandes para ver,
Tu ver al mundo moverse, y limpias aguas correr.
Castaño, muy centenario, tu escucharas las campanas, día a día,
Año a año, mes a mes, sonando, en su campanario
Por San Bartolo, San Salvador, y también , por San Mames.
